22 de septiembre de 2014

Capítulo XXV: Sentimiento de traición

La nieve cubría el pueblo de blanco a medida que la espuma de su café con leche se disolvía con cada movimiento de la cucharilla. Observó el reloj del ayuntamiento por tercera vez desde que estaba allí, y decidió sentarse en uno de los bancos junto al pequeño quiosco de la plaza principal de Glorysneg mientras esperaba a que Amy Nóvikov hiciese acto de presencia. Un largo sorbo a su café, una mirada desesperada al encapotado cielo gris, y la joven de ojos esmeralda apareció como por arte de magia. Nika se puso en pie y la abrazó, tratando de no derramar el café del envase de plástico sobre el bonito abrigo de Amy.


- ¿Has esperado mucho tiempo? –Nika negó con la cabeza.- He venido en cuanto he podido, pero Ciro y James han vuelto a casa y parece como si llevasen años en el extranjero.

Una débil sonrisa, nada más que una ligera reminiscencia de lo que un día fue su alegría, iluminó su rostro y el oscuro día. 

- Ya me imagino - Ambas se sentaron en el banco, dando la espalda al quiosco.-, pero me alegra saber que Ciro está bien, a pesar de… - Un nudo se cernió sobre su garganta.- a pesar de todo. 

- ¿Y qué hay de ti? – Pestañeó, directa al grano. Nika suspiró profundamente, dio un segundo trago a su café y se miró los pies, evitando las inquisidoras pupilas de su amiga.
- Estoy bien, supongo. Es decir, después de todo lo que está pasando, soy la única que está realmente a salvo.

- Si estuvieses bien, no estaríamos teniendo esta conversación. Hablaríamos del tiempo, o te contaría cómo Judd estuvo a punto de matar a los trillizos Záitsen – Rieron entre dientes, obviamente ninguna de las dos estaba para fiestas.-. Nika, ¿qué ocurre? 

- Ni siquiera yo lo sé, Amy – La frialdad de sus orbes de plata se transformó en eléctrico nerviosismo, y la muchacha de rizos oscuros se acercó, creando una atmósfera confidencial.-. Por una parte, estoy muy preocupada por ti. De momento, nadie sospecha nada, pero es cuestión de tiempo. Y cuando alguien averigüe quién eres, no sé si seré capaz de protegerte, ni siquiera sé si sabré cómo reaccionar. Por otra parte, me preocupa Kaleb. No he vuelto a hablar con él, está taciturno, y aunque intento ser dura con él es difícil ser más dura de lo que él mismo está siendo – Un largo suspiro escapó entre sus labios, pero percibió cómo Amy desvió la mirada al mencionar el nombre de su hermano. Tendría que haberse callado, tendría que evitar esa parte de la conversación, pero se sentía incapaz de retenerlo ahora que había empezado.-. Y además, hay otra cosa…

- ¿Otra cosa? – Amy despertó de su ensimismamiento, y una mezcla de curiosidad y alerta se posó en su semblante.

- He hecho algo horrible, Amy. Yo… - Tragó saliva, tensándose, bebiendo otro sorbo de café para alargar el momento.- he traicionado a Vladimir.

- Nika, ¿a qué te refieres? – La alerta fue sustituida por confusión, y la de los ojos verdes no supo muy bien cómo reaccionar.- Es decir… Traicionar a Vladimir…

- Sí, ya sé que él está… - Se interrumpió.- Que ya no está entre nosotros. Pero eso no quiere decir que no le siga queriendo. Verás – Se puso en pie y, hecha un manojo de nervios, empezó a dar vueltas en el mismo sitio, sin alejarse del banco.-, Vladimir ha sido mi amigo desde que tengo memoria, y me enamoré de él antes de comprender lo que era querer a alguien. Pero… la cuestión es que hay alguien que me hace dudar sobre muchas cosas.

- Así que te gusta alguien.

- ¿Qué? ¡No! – Sus mejillas se colorearon, y su ceño fruncido amenazaba tormenta.- ¡Es sólo que…!¡Agh! – Se volvió a sentar, más enfadada consigo misma que con Amy.- Es un chico increíble. Tan increíble que no lo entiendo.

Amy soltó una suave carcajada, sobresaltando a su compañera.

- ¿De quién se trata? 

- Se llama Dimitri Smirnov, y es el hermano menor de Sergei – Las risas se acabaron, y el cuerpo de Amy se tensó al escuchar aquel nombre.-. Antes de que digas nada, diré que son como el agua y el aceite. Dimitri es... es muy… ¡esto es muy complicado!

- A ver, explícame eso de que has traicionado a Vladimir – Respondió, tratando de no recordar a Sergei Smirnov.-. Puede que desde ahí sepas explicarlo mejor.

- Dimitri ha estado apoyándome desde la muerte de Vlad, porque sabe que su hermano me gustaba tan poco como a él. Nos entendemos bien, él siempre está ahí cuando lo necesito y la última vez que nos vimos… Yo no estaba bien, ¿sabes? 

- Eso ya lo sé, no te vayas por las ramas – Inquieta, Amy apuró a Nika.

- Así que simplemente me dejé llevar y…

- ¿Y?

- Lo besé – Una lágrima furtiva escapó de sus pestañas, pero la morena acabó con ella antes si quiera de que mojase su mejilla.-. Lo besé porque de algún modo sentí que el tiempo se pararía, que podría descansar a esta cuenta atrás, que podría… dejar de pensar…

La joven se encogió sobre sí misma, arañando con las uñas la tapa del envase de café, mientras su amiga se acercaba a ella y cogía delicadamente una de sus manos.

- Nika, creo que te estás culpando por algo tan estúpido como seguir adelante – La sabiduría que resonaba en la voz de Amy dolía tanto como aliviaba. ¿Cómo iba a seguir adelante pisoteando el recuerdo de Vladimir? ¿Y cómo iba a hacerlo si ni entendía por qué había besado a Dimitri?-. Y creo que te estás haciendo cargo de demasiado peso. 

- Amy, yo quería a Vladimir – Protestó, con una voz rota que anticipaba un llanto.-. Lo quería de verdad, y no quiero hacerle esto.

- ¿Hacerle qué, exactamente? – Inclinó la cabeza, elevando el tono pero sin perder la calma.- Vladimir habría querido que fueses feliz, que siguieses con tu vida. ¿Cuál es el problema si has encontrado a alguien con quien te sientes feliz?

- ¡No! ¡Amy, a mí no me gusta! ¿Entiendes? No me gusta, simplemente… estaba confusa, me sentía sola, y… ¡Esto no está bien! – Resopló, temblando quedamente en su sitio y oteando el oscuro cielo gris. 

- Claro que no te gusta – Amy puso los ojos en blanco.-, por eso te has puesto roja y te debates internamente porque has besado a una persona con la que te sientes cómoda hasta en un momento tan difícil.

Un silencio sepulcral se impuso entre ambas, y no demasiado lejos de allí un par de ojos las observaban atentamente. Kaleb estaba recostado contra la corteza del árbol, perfectamente camuflado pero lo suficientemente cerca como para vigilar a las muchachas. Que Nika hubiese quedado con Amy era un momento perfecto para acecharla, para asegurarse de que no corría ningún peligro, y para ver cómo se encontraba. Pero vio peligrar su escondite al presentir la presencia demasiado conocida de otro demonio.

- Dimitri – Murmuró, consciente de que este lo escucharía sin problemas, al verlo caminar tranquilamente en dirección a la plaza. Sus ojos dorados se posaron en el mediano de los Kirchev, y en silencio se aproximó a él.-, ¿se puede saber a dónde vas?

- ¿Ves a esa impactante morena de ojos plateados? Igual te suena de algo, vive en tu casa – Le sonrió, vacilón. 

- Mejor será que te vuelvas por donde has venido – Respondió, tensando los labios y dejando ver unos colmillos distendidos casi del todo.-. No tienes nada que hacer con mi hermana.

- Y eso me lo dice el que espía a su hermana y a su amiga escondido detrás de un árbol – Kaleb sujetó a Dimitri por la pechera, amenazante, pero este no dejó de sonreír.-. 

- No quiero que te acerques a mi hermana, ¿entiendes?

- ¿Acaso te impone ella con quién puedes o con quién no puedes estar? – Como el joven dragón se quedó callado, lidiando con la frustración y la derrota dialectal que acababa de sufrir, Dimitri le dio la espalda y regresó al camino que lo conducía directamente  a la plaza. Sin embargo, Kaleb no estaba dispuesto a permitir que aquel maldito Smirnov siguiese ganándole terreno en lo que a Nika respectaba, por lo que se lanzó contra él desde su escondrijo.

- ¡No pienses que vas a librarte de esto tan fácilmente! 

Para su desgracia, ambos estaban demasiado cerca de las muchachas, que se giraron al escuchar su voz. Avergonzado, se incorporó un poco y desvió la mirada, fingiendo despreocupación.

- ¿Kaleb? ¿Dimitri? – Nika parpadeó, y dedicó a Amy una silenciosa respuesta cuando esta se fijó en el muchacho de cabellos claros.- ¿Qué hacéis aquí?

- ¡Hola! – Dimitri saludó con un gesto de la mano sin dejar de acercarse, seguido por un receloso Kaleb.- Me encontré con tu hermano mientras paseaba, me dijo que venía hacia aquí y decidí pasar a ver cómo estabas.

- Ah… - Respondió, nerviosa, sin saber muy bien qué decir.- ¿Para qué me buscabas, Kaleb?

- Esto… - Carraspeando, se acercó, dedicando una mirada a Amy que duró apenas un segundo.- Mamá me ha pedido que te diga que no te retrases, que necesita que te pruebes no-sé-qué vestido.

-Vale, gracias– Un incómodo silencio se impuso entre los cuatro. Nika protegía a Amy instintivamente poniéndose entre ella y los recién llegados, pero esta, a pesar del sombrío semblante, parecía llena de orgullo y fuego. Dimitri mantenía esa torcida sonrisa tan arrogante pero tan cálida, y Kaleb apretaba los dientes, asesinando con la mirada todo aquello que se cruzaba en su campo de visión. Ante esa situación, el cerebro de la menor de los Kirchev trabajaba a toda velocidad; no obstante, Amy se le adelantó y preguntó:

- Nika, ¿quién es él? – Ella pestañeó, no sabiendo muy bien qué interés tendría su amiga en que le presentase a alguien de quien ya le había hablado. Sin embargo, cedió, y se apartó un poco, dejando que ambos se viesen.

- Oh, disculpad. Amy, él es Dimitri Smirnov, un… amigo… - Sus mejillas se encendieron de nuevo. ¿Por qué se sentía tan torpe?- Dimitri, ella es…

- Amy Nóvikov – Completó él, tendiéndole una mano. La muchacha dudó, arqueó una ceja, pero finalmente estrechó su mano. A Amy no le gustaba Dimitri, y eso podía palparse a varios metros de distancia.-, la chica de los lobos. He oído hablar de ti, es un placer conocerte.

- Espero poder decir lo mismo – La frialdad de su voz superó a la de los copos de nieve que caían, incansables.

El demonio rió entre dientes, claramente divertido, pero su réplica se vio interrumpida por la voz seca de Kaleb.

- Nika, ya es tarde. Va siendo hora de regresar a casa.

- ¿Eh? Pero…

- Sí, tienes toda la razón –Intervino Dimitri, para sorpresa de los dos hermanos. Claramente, hay cosas que resolver aquí. Vamos, Nika, te acompañaré a casa.

- ¿Qué? Amy… - Nika observó a la morena, confusa por aquella situación. No quería dejar a Amy a solas con Kaleb, no quería irse con Dimitri, y sobretodo no quería que aquella situación siguiese deformándose. Para su sorpresa, Amy asintió, clavando la mirada en Kaleb, y manteniéndose más firme de lo que creyó que podría hacerlo la chica destrozada que se acurrucaba en su cama días atrás.

- No te preocupes, estaré bien. Ambas tenemos cosas que resolver.


Emily


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